¿Que puedes hacer si no puedes conciliar el sueño? Cathy piensa que puede tener la solución perfecta. Si Los Soñolientos no pueden encontrarla, entonces ella los encontrará a ellos. Síguela en su aventura de toda la noche para encontrar a Los Soñolientos.

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Ella recordó todas las historias que había oído sobre el Hombre de Arena. El Hombre de Arena entra a hurtadillas en tu dormitorio cada noche para espolvorear arena en los ojos. Luego susurra historias dulces en tus oídos para darte buenos sueños, Cathy pensó mucho sobre eso y se le ocurrió que el Hombre de Arena entra a la habitación desde el exterior. Quizás Los Soñolientos vienen desde fuera también.

De repente se oyó un movimiento en la noche. Algo se movió justo a su lado derecho. Cathy se asustó un poco y apuntó la linterna en esa dirección. Antes de que pudiera encenderla, Belga ronroneó. "Oh, sólo eres tú", dijo Cathy y se agachó para acariciar al gato. Belga dio un paso directo a la mano de Cathy. Él ronroneó de nuevo y puso algo contra su palma. Cathy retiró su mano hacia atrás. Se sentía cálido y extraño. Cathy miró hacia abajo, pero apenas pudo distinguir lo que Belga le ofreció. Ella casi no podía distinguir al gato en la oscuridad. Luego se preguntó, ¿qué podría ser? ¿Quizás Belga encontró un Soñoliento? ¿Quién sabe? Cathy no tenía idea de lo que parecía o se sentía. Y se sentía cálido, tierno y suave. Se inclinó, Cathy lo tomó cuando Belga se lo dio. "¡Caramba! Es muy acogedor y como una almohada suave", comentó Cathy y encendió la linterna para mirarlo.

Cathy y Belga estaban casi a la mitad del lavadero y cerca de las escaleras que conducen a la cocina cuando, sin previo aviso, el golpeteo regresó. Belga se precipitó por las escaleras. Los ojos de Cathy se abrieron. Apuntó la luz en el cuarto de lavado, cuando vio desde el suelo hasta el techo de una neblina brumosa. "¡Un fantasma!" gritó Cathy. ¡En un santiamén ella corrió por las escaleras a través de la puerta de la cocina tan rápido como los pies la llevaban!

Ella se dejó caer en la cama y siguió las instrucciones de la Princesa Estrellada. Y Los Soñolientos la abrazaron, la calmaron y le cantaron canciones suaves. El Hombre de Arena roció polvo en sus ojos y le susurró una dulce historia sobre una Hermosa Princesa Estrellada y Cathy finalmente pudo dormir.

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